Dios sigue de vacaciones

Fallece Alexis Ravelo, un grande del género negro español

Alexis Ravelo, primero a la izquierda en la fila de arriba, junto a otros autores del festival VLC Negra 2015

JAVIER VALENZUELA, infoLibre, 30 de enero de 2023

No se cuidaba: él mismo se definía como “un escritor calvo que nació y aún sobrevive a régimen de cervezas y bocadillos de chopped en Las Palmas de Gran Canaria”. Y hace unos meses nos comunicó a sus amigos y lectores que tenía problemas de salud e iba a desaparecer de la escena pública durante una temporada. Pero de ahí a tener que registrar que Alexis Ravelo, probablemente el más grande escritor del género negro en español de su generación, ha fallecido a los 51 años, de un infarto de miocardio, media un abismo de asombro y dolor.

Esta mañana del lunes 30 de enero de 2023, fuentes del entorno del autor grancanario le confirmaron la noticia a la agencia EFE. Terrible e inesperada para los que le leíamos con admiración y le queríamos. Porque Alexis se hacía querer. Era un tipo muy cordial y divertido, la alegría de todos los festivales de autores, editores y lectores del noir español. Y era también un progresista, siempre indignándose con las tropelías de los poderosos, siempre defendiendo a la gente que las sufre. Lo era como ciudadano y lo era como escritor. Sus novelas negras no eran de esas que se van por las nubes de crímenes que rara vez se cometen en estos lares. Al contrario, hablaban de la corrupción, la especulación inmobiliaria, la destrucción de nuestras costas y montes en aras de una codicia insaciable.

Escribía muy bien, con un castellano sazonado de sabrosura insular, y sin tardar treinta páginas en describir cómo alguien sube una escalera. Era de la buena vieja escuela de Hammett, Chandler y James M. Cain, el heredero natural de los padres del género en España: Vázquez Montalbán, Juan Madrid, Andreu Martín. Contaba sus historias a través de la acción y el diálogo, sin que jamás le sobraran palabras ni se escucharan voces interiores. Y aunque las grandes editoriales de bestsellers no le publicaran, quizá por demasiado franco y demasiado rojo, los puristas de nuestro nor —si así quieren llamarnos- le adorábamos.

A mí me ganó en la final del premio VLC Negra 2015 con su Las flores no sangran, y muy merecidamente. Y también cosechó el Ciudad de Getafe 2013 con La última tumba, el Dashiell Hammett 2014 con La estrategia del pequinés y el Café de Gijón 2021 con Los nombres prestados. El puñetero calvo era muy bueno.

Alexis, que publicaba en editoriales independientes y de calidad como Anroart, Siruela y Alrevés, fue autor asimismo de Los días de mercurio y la serie de Eladio Monroy, protagonizada por un exmarinero buscavidas, cínico y violento. Y escribió una de las mejores novelas contemporáneas sobre la Guerra Civil española: Los milagros prohibidos. En ella cuenta la desventura de la isla de la Palma en el verano de 1936, cuando, salvo ella, todo el archipiélago canario cayó en manos de los golpistas del general Franco. Y cuenta tal desventura a través de una maravillosa historia de amor. Alexis era tan bueno que, como García Márquez, te tiene en esa obra totalmente en vilo, línea a línea, párrafo a párrafo, capítulo a capítulo, deseando un final feliz que ya te ha contado que es imposible.

De procedencia humilde —trabajó como camarero en su adolescencia y juventud y estudió Filosofía en la UNED—, Alexis era un autodidacta de la literatura y la cultura. Quería ser escritor y terminó siendo un gran escritor, aunque él se calificara de mero “escritorzuelo” o “escribidor”. Fue un profesional de la pluma, no paraba nunca. También escribió libros infantiles, relatos para adultos, guiones, obras teatrales y hasta el libreto de una ópera.

Alexis Ravelo era golfo e irreverente. Bromeaba diciendo que tenía la firme sospecha de que Dios siempre está de vacaciones. Cuando la gente de bien le necesita, el jodido todopoderoso nunca aparece. Pues sí, la propia muerte prematura del autor canario confirma tal sospecha.

Este obituario de urgencia en infoLibre

Semana Negra de Gijón

 

José Ramón Alarcón, Javier Valenzuela, Mayda Bustamante, Miguel Rojo y Alberto Arce en la Semana Negra de Gijón 2019

A comienzos de este mes, participé en la Semana Negra de Gijón con mi novela Pólvora, tabaco y cuero (Huso, 2019). Jamás había estado allí, pero como creo que la vida puede ser larga y maravillosa si no tienes demasiada mala suerte, siempre intuí que llegaría el día en que me invitaran a este festival, el más antiguo y prestigioso del género negro en español.

Ya saben que no tengo demasiados pelos en la lengua, así que ni ante los periodistas que me entrevistaron en el Hotel Don Manuel ni ante el público que llenó la carpa en el recinto ferial, me corté a la hora de decir lo que pienso de nuestro noir. Es obvio que jamás ha producido tantas novelas y jamás ha tenido tantos lectores, pero, en mi opinión, la cantidad no se está traduciendo necesariamente en calidad.

Señalé en Gijón lo que me parecen dos vicios de buen número de las obras actuales. En primer lugar, el excesivo protagonismo de los representantes del Estado, sean policías, guardias civiles, mossos d´Escuadra, ertzainas o agentes municipales. El noir que me gusta es el de Hammett y Chandler, el de Vázquez Montalbán, Juan Madrid y Alexis Ravelo, el que tiene como héroes a individuos particulares –detectives privados, periodistas, abogados o profesores, gente como Sam Spade y Philip Marlowe, como Pepe Carvalho y Toni Romano-; a investigadores sin otros poderes que su tesón, su incorruptibilidad, su independencia de juicio y su odio a la injusticia. No a funcionarios que disponen de sueldo fijo y los inmensos recursos del Estado: armas de fuego, escuchas telefónicas y espionaje de Internet, laboratorios sofisticados, registros de domicilios y cuentas, protección de fiscales, jueces y medios de comunicación, miles de compañeros a los que recurrir…

La novela es lo que es: si a Cervantes se le hubiera ocurrido que su personaje fuera un alguacil de la Inquisición en vez del individualista don Alonso Quijano, probablemente nadie lo recordaría hoy. No tengo nada en contra de la novela de intriga policial a lo Georges Simenon –un escritor admirable-, pero, insisto, prefiero la auténtica novela negra, la que cuenta con realismo, espíritu crítico y actitud rebelde un lugar y un tiempo determinados.

La sobredosis de sangre y vísceras, la necesidad de matar a alguien en cada capítulo, la importación de temáticas foráneas como, por ejemplo, el asesino en serie que va por ahí destripando a inocentes, fue el otro vicio que denuncié en Gijón. En la España actual, dije, hay tumores muy tangibles que dan para mil y una novelas: la corrupción política, empresarial y financiera, la violencia sufrida por las mujeres, la desvergüenza de las cloacas del Estado, la manipulación de masas a través de los grandes medios impresos y audiovisuales… Evidentemente, abordarlos literariamente no te sitúa en buena posición para ganar un premio bien dotado económicamente.

La novela negra española debe ser más antisistema: así resumió El Comercio mis intervenciones en Gijón. No me parece un mal titular si entendemos por sistema el que te puede robar la casa si caes en paro y no tienes para pagar las letras de la hipoteca.

Este artículo fue publicado originalmente en mi columna La Dalia Negra en Cartelera Turia (Valencia) el 17 de julio de 2019.