Mujer y crimen

Noomi Rapace interpretando el personaje de Lisbeth Salander

Eva Díaz es la protagonista femenina de Lo que se espera de mí, novela policíaca de Alex Garzó, un joven escritor medio extremeño medio valenciano que se declara lector de Ferran Torrent. El otro día, presentando esta obra en la madrileña librería Gadir, dije que de todos sus personajes el que más me interesa es el de Eva Díaz, una mujer inteligente y buscavidas, que, por supuesto, no ha tenido una vida fácil. Creo que a Alex Garzó le gustó que vinculara su Eva Díaz con el arquetipo de la femme fatale, que yo mismo he intentado poner al día en Limones negros a través de la tangerina Adriana Vázquez. A su manera, la mujer fatal de las novelas y películas de los años 1940 y 1950 era una pionera de la causa de la libertad y la igualdad. Por eso, el código moral machista prefería que muriera trágicamente al final de la acción. Para que no cundiera su ejemplo.

Martha Hyer en la película «Down Three Dark Streets» (1954)

Soy un notorio admirador de la femme fatale del papel y el celuloide, desde la enigmática Irene Adler, la única persona capaz de derrotar a Sherlock Holmes en las novelas de Conan Doyle, hasta la manipuladora que interpreta Linda Fiorentino en La última seducción. Prefiero mil veces a la malvada Jane Greer de Retorno al pasado que a la muchacha rubita, buena y casadera que espera con ojos de cordero degollado al gilipollas encarnado por Robert Mitchum. Me gustan esos personajes femeninos que miran a los ojos de los varones con fuerza, con seguridad, con desafío si es preciso. Que explotan, y hacen muy bien, sus debilidades.

La ficción noir va ahora más allá y también nos las presenta capaces de cargarse a tiros a un regimiento; sirva de ejemplo la Lisbeth Salander de la trilogía Millenium. Este giro también me parece estupendo, aunque, de hecho, las mujeres son responsables de muy pocos de los crímenes violentos que se cometen en la vida real (las estadísticas las responsabilizan de apenas el 10% de los homicidios que padece el planeta). Lo acaba de recordar James Ellroy en BCNegra. “El asesinato”, declaró, “es cosa de hombres. Son los hombres los que matan”. El maestro sabe de lo que habla: su madre fue violada y asesinada en 1958 por un depredador masculino; lo contó en Mis rincones oscuros.

En todo caso, dije en la presentación de Lo que se espera de mí, la mujer siempre debe ser inocente para el autor de literatura negra. Mientras no se haya alcanzado la plena igualdad de derechos y deberes, la mujer, por fatal que sea, debe ser exculpada. O al menos, debe beneficiarse de eximentes o circunstancias atenuantes. No es paternalismo ni hostias, es tener un mínimo sentido de la justicia. Me pronuncié así con Adriana Vázquez y lo mismo hace Alex Garzó con Eva Díaz. También lo hizo Stieg Larsson con Lisbeth Salander.

Esta artículo fue publicado el 23 de febrero de 2018 en mi columna «La Dalia Negra» en Cartelera Turia (Valencia).

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